El antro chic que tu cuerpo lleva años rogándote llega a la calle Comedias, antiguo barrio decadente de Motril. Un lugar divino para entonarte con comida callejera bien elaborada y terminar de liarte con una exclusiva serie de cócteles ‘efecto wow’.
Sarita Colonia Bar es un templo para la diversión de los cinco sentidos y el nuevo proyecto del chef y creativo, Álvaro García; con la implicación de su equipo de marketing y la complicidad del interiorista, Jesús Pino.
La calidez y hospitalidad de la venerada niña peruana de los milagros, clavo ardiendo de los imposibles, envuelve y da nombre a un local que convierte la rabia marginal en un bálsamo para la tolerancia y el respeto. De modo que, toda criatura sin miedo a gozar, es bienvenida.
Encomiéndate a ella.
Sarita Colonia es el capricho “canalla” del chef y creativo, Álvaro García. Un antro chic que ha convertido en la excusa perfecta para demostrar la importancia de saber contar historias. A través de los sabores, de los espacios y ambientes, de las playlist, de los universos visuales y los códigos de comunicación, del carácter del personal, de los baños, de lo que se cuenta en las redes (y cómo se cuenta) …
Fiel defensor de la sinergia, predica con el ejemplo uniendo fuerzas con La Agencia Cacao, Jesús Pino Estudio de Interiorismo y varios asesores cuya intervención ha sido clave en la creación de algunas fórmulas gastronómicas, sólidas y líquidas con pura sazón latina: arepas de cochinilla, tequeños, hamburguesas con pan de jazmín y sin tonterías, ceviches, tiraditos, algún tartar … ¡y tragos con más peligro que tú en el Sarita!
De Zarcillo conserva la cultura del detalle, sello de su marca personal, ¡las ostras benditas!, velas, algunas flores frescas y su obsesión por sorprendernos con vajillas y cristalerías espectaculares.
Sarita Colonia nació en Huaraz en 1914, en el seno una familia pobre y católica. Su madre murió cuando ella era pequeña y aunque su padre se casó dos veces más, sus esposas también desaparecieron. A Sarita le gustaba ayudar a los más marginados: visitaba presos, cuidaba enfermos y vivía rodeada de gays y prostitutas implicadas en líos de narcos y sicarios. Murió de malaria a los 26 años y la enterraron en una fosa común en el cementerio del Callao, donde su padre puso una cruz y una foto. Desde entonces, la gente empezó a visitar su sepulcro y a pedirle favores y milagros. Dicen que Sarita escuchaba y ayudaba a quien la Iglesia no aceptaba ni bendecía.
Así nació el culto a Sarita Colonia, la santa popular, no reconocida por el Vaticano, que tiene miles de devotos en Perú y en el mundo entero. Patrona de los pobres, de los imposibles y de los rebeldes; hace milagros sin pedir nada a cambio, solo un poco de fe y de amor. Ella te entiende, te acompaña y te protege, por muy víbora que seas…
La niña peruana de los milagros ya tiene su templo en Motril y no le falta detalle. Inspirado en una antigua y decadente capilla kitsch, este espacio parte de una idea de Álvaro García, madurada por La Agencia Cacao y rematada por el interiorismo de autor de la firma Jesús Pino.
Lámparas de araña, pintadas en los baños, copones benditos, velas derritiéndose mientras se cumplen deseos, farolillos chinos de papel colgando, flores de tela, muebles eclesiásticos, retablos místicos, amuletos varios, luces de discoteca, reggaeton, Rosalía y su vasca, perreo en el ambiente, pecados perdonados y otros aún por cometerse … ¡Que reserves ya!